Cuevas Volcánicas del Villarrica
El nombre que los antiguos indígenas de la zona le daban al Volcán Villarrica era el de Rucapillán, que en la lengua de los naturales significaba Casa (Ruca) del Diablo (Pillán). Tenebroso morador que recuerda su presencia durante las frías noches con la incandescencia de una braza gigante que corona su cráter.
Hay algunos que aseguran que el volcán fue ascendido por los mapuches hace varios siglos atrás (s. XVI). Sin embargo, esta hipótesis es poco probable, considerando el enorme respeto que tiene el pueblo y la cultura mapuche a los volcanes y nieves, y especialmente cuando se trata de la morada del Pillán. Aún hoy, los descendientes del pueblo mapuche temen al volcán.
La última erupción registrada ocurrió en 1984, y aún se tiene un mal recuerdo de lo que fue la erupción de 1971, que dejó numerosos muertos.
Sin embargo, este dios de fuego dormido muestra a quienes lo visitan, maravillosas vistas del interior de la tierra, las cuevas volcánicas del lugar.
Descendiendo unos 45 metros es posible observar las distintas formaciones de lava solidificada, que son las testigos calcáreas de esta montaña furiosa. La sola idea del situarse dentro de un río de lava subterráneo muy cerca del volcán es una experiencia alucinante e inolvidable para aquellos ávidos aventureros subterráneos.