Casa Rosada
A principios del siglo XVIII se construyó un sólido fuerte, íntegramente hecho de ladrillos, cuyas murallas y bastiones perduraron hasta su demolición, un siglo y medio después.
Ya en el período de la Independencia, la Casa que había sido residencia de gobernadores y virreyes españoles, albergó, con muy pocas reformas, a las autoridades de los sucesivos gobiernos patrios: las Juntas, los Triunviratos, los Directores Supremos, los Gobernadores de Buenos Aires y el Primer Presidente de la Argentina, Bernardino Rivadavia.
Abandonada y parcialmente demolida, volvió a tener protagonismo como sede del gobierno político a partir de 1862, cuando Mitre se instaló con sus ministros, remozando la antigua residencia oficial del fuerte. Su sucesor, Sarmiento, decidió embellecer la morada del Poder Ejecutivo Nacional, dotándola de jardines y pintando las fachadas de color rosado, con el que, posteriormente, se continuó caracterizando.
La construcción de la actual Casa de Gobierno comenzó en 1873, cuando por decreto se ordenó construir el edificio de Correos y Telégrafos en la esquina de Balcarce e Hipólito Yrigoyen.
Pocos años después, el presidente Julio A. Roca decidió la construcción del definitivo Palacio de Gobierno en la esquina de Balcarce y Rivadavia, edificación similar al vecino Palacio de Correos. Ambos edificios se unieron en 1886 mediante el pórtico que hoy constituye la entrada de la Casa Rosada que da hacia Plaza de Mayo.
Con estas construcciones, desaparecieron los últimos recintos del antiguo Fuerte del que, sin embargo, quedan como testigos algunos muros y una tronera que se conservan y pueden visitarse, contiguas a las galerías de la Aduana de Taylor en el Museo de la Casa de Gobierno.